En el Santiago Bernabéu quedó sellada la serie de Clásicos en Liga con un poco cuestionable 6-1 a favor del FC Barcelona. Además de dejar el campeonato sentenciado, los chicos de Pep Guardiola tuvieron la pelota un 80 % y sólo les faltó rematar la faena aunque para ello estaba Muñiz Fernández, prueba irrefutable de la existencia del Villarato -entiéndase la ironía-: penalti no pitado a Villa y pena máxima a favor del Real Madrid que sólo vio el árbitro.
Obviando que era una buena noche para estar callado, por el contrario, José Mourinho dobló su apuesta y afirmó -en forma de lamento- que quiere jugar once contra once para medirse realmente al Barcelona. Quizás si no empleara las faltas como recurso y el retroceder hasta su área cada vez que el Real Madrid no tenía la pelota –siempre-, la grandeza del escudo que adorna la camiseta blanca no se vería manchada por el verbo fácil y victimista del técnico portugués.
¿Alguien recuerda un Clásico en el que tan descaradamente el Madrid expusiera de tal forma su inferioridad? Quien escribe estas líneas no, pero tampoco hacemos alardes de ningún tipo de sorpresa porque es lo que esperábamos y lo que al final se dio.
El Real Madrid de José Mourinho, como el Inter que dirigía, únicamente tiene el recurso de pérdida de balón blaugrana y salida rápida a la contra. A eso se reduce el mayor presupuesto de la historia del fútbol. Ni siquiera intentan presionar, sino que en la acumulación de gente cerca de su área, se resume toda la enciclopedia táctica de José Mourinho, un ganador.
LA COPA OTRO ESCENARIO
El próximo miércoles se volverán a ver las caras y las apuestas partirán de las mismas esencias. Sin embargo, el FC Barcelona no se limitará a tener la pelota, sino que buscará en vertical la portería de Íker Casillas.
Del Bernabéu, los culés salieron vivos, sanos y confiados. No necesitan sentirse superiores porque el Real Madrid, sin que nadie se lo pidiera, se presentó, tácitamente, como un equipo empequeñecido. ¿Qué pasará en Mestalla?
La táctica merengue se compondrá a partir de un trivote destinado a correr detrás de Busquets, Xavi, Iniesta y Messi. Si alguno de ellos tiene la noche tonta y regala algún balón en zona de quite y a correr, el Madrid puede ganar; de lo contrario, volveremos a presenciar un monólogo blaugrana teniendo la pelota –de vez en cuando es necesaria para ganar- hasta encontrar el espacio por donde lastimar a la férrea defensa blanca.
¿Se quedará Özil fuera del once titular? ¿Rematará Cristiano desde la misma luna con tal de ganar un título? ¿Di María se quedará en el banquillo después de volver a jugar un Clásico para el olvido? No lo sabemos aunque lo sospechamos. Mou seguirá con Pepe, Xabi y Khedira como base de todos sus recaudos. Quizás meta a Arbeloa en el lateral zurdo y pase a Marcelo -el que reconoció haberse tirado en el penalti- en lugar de Di María. Será el brasileño u Özil quienes reemplacen a Fideo, al menos es lo que creemos.
Más allá de los nombres e hipótesis queda demostrado que José Mourinho no intentará jamás vencer al Barcelona siendo mejor, sino que aspirará, una vez más, al error del rival y así doblegarlo.
Fuente: goal.com